EL CASTIGO DE LA ESPERANZA

EL CASTIGO DE LA ESPERANZA

Ella venía de amores mentirosos, burdos.

De vez en cuando en su mente aparecía la imagen de él con su camisa blanca, su pantalón azul y sus náuticos haciendo juego.

Lo conoció hace casi tres años, y en el momento en que lo vio por primera vez no pude evitar sentir una extraña sensación que recorría su cuerpo. Era algo así como una vergüenza extraña, estaba frente al hombre más buen mozo y educado que jamás había tratado. 

Era una relación extraña, no se conocían pero cuando se veían podían hablar hasta desnudar algún secreto.

Ella no creía en nadie, pero de alguna manera sus palabras, sus gestos, su mirada le daban la confianza que necesitaba. Deseaba tenerlo cerca, conocerlo fuera de esas cuatro paredes que encerraban el imposible.

Sucedió. Transcurría noviembre cuando ella había estado pensando en él mirando en su celular la única foto que podía ver. El domingo, la noche siguiente... ella descansaba en el sillón cuando le llegó un mensaje, desganada pensando en el trabajo lo agarro y ahí lo sorpresa, era él. 

Fue tal su emoción que como una quinceañera tomó una captura del momento por si nunca volvía a suceder. Chatearon un rato y quedaron en verse.

Esa semana fue la más larga del año esperando que el viernes llegará a ver si él cumplía lo acordado y llamaba. Su cabeza y su corazón se debatían entre el posible placer de su compañía y la inseguridad de una oportunidad, ella no creía estar a su altura. Y él llamó, se vieron, hablaron y hablaron sabiendo los dos que no podían evitar desearse y que había llegado el momento de intentarlo. Entonces la besó y su cuerpo se estremeció de placer y de calma a la vez. 

Era dulce, correcto y su dejo de picardía encendía en ella una pasión que nunca se animó a mostrar, pero que él, supo desnudar de a poco en cada encuentro. 

Hablaban de proyectos, objetivos personales, viajes, sueños… el pasado no existía, solo esos momentos donde estaban juntos y el tiempo parecía detenerse. 

Pasaron los días, las salidas y sin aviso sus vidas dieron un vuelco abrupto, inevitable, todo cambio y sus encuentros comenzaron a espaciarse justo cuando ella comenzaba a sentir que todo era posible. Sus compromisos eran intensos y ya no podían verse. Le quedaban los mensajes. 

Ella confiaba, lo escuchaba haciendo caso a sus consejos como no lo hacía con nadie. Eso cambió también. Ya no había siquiera tiempo de hablar.

Ella no podía un miércoles dejar de esperar su visita de 10 minutos solo para poder sentir el calor de sus labios y su mano acariciándole la pierna mientras le contaba algo.

Extrañaba el olor de su piel sin perfume, relajarse en su pecho donde sabía que nada malo iba a pasarle, quería una noche más con él junto al mar... entonces se prometió esperarlo y en el castigo de la esperanza creer que este no era su tiempo, pero que quizás un día la vida volvía a unirlos. 

Sus últimas palabras al teléfono fueron "yo te escribo" pero esta vez no cumplió. 

Mientras, ella, guardaría los domingos por la tarde por si algún día él volvía a escribirle "te puedo llamar?".

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